Muchos han sido los descubrimientos científicos que ejercieron una importante influencia en el terreno del arte y transformaron de manera radical la concepción y el desarrollo del mismo: inventos como la perspectiva científica, la imprenta, la fotografía, el cinematógrafo, las computadoras y los sistemas digitales, tal y como se expuso en clase, dejaron indudablemente su impronta en la labor artística de sus respectivas épocas, llevando la experimentación plástica por nuevos caminos, planteando y resolviendo sucesivamente nuevas problemáticas en ese sentido. Aunque quizás podría parecer un asunto irrelevante visto superficialmente, agregaría a dichas innovaciones el descubrimiento e introducción de la pintura al óleo por parte de los hermanos Jan y Hubert Van Eyck en el siglo XV de nuestra era, ya que a mi entender, el desarrollo, el estudio y la elaboración de materiales artísticos posee un carácter tecnológico y científico, desde su manufactura llevada a cabo casi artesanalmente en tiempos pasados hasta su producción en serie tal y como la conocemos en nuestros días. Hago hincapié en este descubrimiento debido a que puede considerarse, junto con la creación de la perspectiva científica, como un parteaguas e influencia decisiva para una nueva concepción de los objetivos y métodos artísticos: se sitúa en la época del Renacimiento, cuando, dejando atrás muchas de las creencias largamente proclamadas durante el Medioevo, se comenzó a valorar la razón y la ciencia como auxiliares indispensables de la actividad plástica, la cual, a partir de entonces, y durante varios siglos más, volvió en muy buena parte su mirada hacia el mundo visible, surgiendo un empeño(que relativamente perdura incluso hasta nuestros días) de representar fidedignamente lo que entendemos como "realidad". Si bien la perspectiva científica logró crear la ilusión de un espacio tridimensional sobre una superficie bidimensional, los materiales pictóricos hasta entonces empleados y conocidos no lograban recrear con veracidad las calidades "matéricas" de los objetos y los seres vivientes, cuestión que se resolvió con el hallazgo de los hermanos Van Eyck, el cual permitía emplear un medio o vehículo pictórico que, dadas sus cualidades físico-químicas, le otorgaba al artista la posibilidad de crear nuevos efectos y trabajar con mucha mayor facilidad para así lograr aprehender el aspecto "verdadero" del mundo visible. Al combinarse ambos descubrimientos, la perspectiva científica y el nuevo material pictórico, los artistas comenzaron afanosamente lo que podría llamarse una "conquista de la realidad", con lo que la pintura, principalmente, adquirió rápidamente un carácter imitativo o mimético, y durante largo tiempo se llegó a considerar que uno de los principales objetivos del arte era, precisamente, la mímesis y la imitación, idea que llegó a resultar nefasta al convertirse, durante ciertos períodos, en una especie de dogma que estrechaba de manera alarmante las posibilidades creativas al desechar e invalidar todas aquellas soluciones y propuestas que se alejaran de dicho precepto; cabe señalar que, aunque ha perdido ya mucho de su validez absoluta, la idea de la imitación aún subsiste en el mundo actual, e inclusive mucho de nuestro aprendizaje artístico se basa aún en esos postulados. Considero lo anterior como un ejemplo de la manera en que un descubrimiento científico y tecnológico puede afectar, para bien o para mal, no solo los procedimientos dentro de la actividad artística, sino también la idea de lo que deben ser sus objetivos e inclusive la misma concepción de lo que llamamos arte.